Soy Rodolfo Báez, nací en Rancho Arriba, San José de Ocoa, República Dominicana. Actualmente, trabajo mi tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid sobre La transformación de los medios de comunicación en la era de la inteligencia artificial: un análisis del cambio de paradigma en la producción y distribución de noticias, contenidos visuales y literarios.
Tengo maestrías de la Universidad Antonio de Nebrija, en Madrid, España, y de la Escuela Superior de Diseño de Barcelona. Estudié Comunicación Social Mención Periodismo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde también termino la licenciatura en Psicología Clínica.
Fui profesor en la Universidad Iberoamericana (UNIBE), en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Pucmm) y en la Universidad APEC (Unapec). Actualmente vivo en Waco, Texas, donde recibí una beca para estudiar una maestría en Literatura Caribeña, en Baylor University. Durante mi carrera docente he impartido una variedad de asignaturas, entre ellas: Comunicación 1 y 2, Taller de Comunicación, Animación 2D y 3D, Modelado e Impresión 3D, Guion Cinematográfico, Español 1 y 2, y Escritura Creativa... Más de mí en: Sobre mí.
Servicios
Te ofrezco una amplia gama de servicios para satisfacer tus necesidades creativas:
Corrección de estilo y literaria.
Diagramación.
Diseño de páginas webs.
Diseño de portadas.
Ilustrar con inteligencia artificial.
Cursos básicos y avanzados de chatGPT y Gemini.
Creación de audiolibros utilizando inteligencia artificial.
Creación de música con IA.
Cursos y asesoría de guion cinematográfico.
Curso y asesoría en escritura creativa.
Cursos de animación 2D y 3D (Opentoonz, After Effects y Blender).
Pedazos de mí
La invasión de los elefantes (historia de una catástrofe, encontrada en el microchip de un esqueleto)
Cuento de Rodolfo Báez
Diario Libre
Santo Domingo - nov. 05, 2020
Creo que soy el último de los humanos. Ignoro si en alguna otra parte del planeta queda alguien con vida. Desconozco el tiempo que llevo aquí. Cuando todo comenzó, era el año 2124. Los noticiarios hablaban de un meteorito caído en alguna parte de África, no le presté mucha atención, pues pensaba que, como en otras ocasiones, lo que buscaban era atraer con su amarillismo. Decían que los elefantes y otros animales de cierto hábitat estaban creciendo inexplicablemente por alguna radiación desconocida...
A veces Negro baja del campo
A veces Negro baja del campo y se mete entre mi desorden de libros e instrumentos. Para no sentirse tan perdida su alma inmensa me pide alguna simpleza; una película de Raymon y Miguel, un video de las carreteras más peligrosas del mundo… o cualquiera de esas cosas que nunca toco. Para no quedar mal me auxilio del Internet. Es el mayor de padre y madre, porque el viejo Colón fue fructífero como Rancho Arriba, donde se instaló.
Del almanaque heredó un nombre que contrasta con la liviandad de su alma. Wenceslao, dice el papel que debemos llamarlo, pero él siempre será Negro, el que amortigua con todo.
Durante el tiempo que pasa en mi madriguera aprovecha para preguntarme cosas que el campo le esconde. Él no lo sabe, pero en esos momentos lloro, pues me veo a mí antes de que me comieran estos libros.
Le pregunto por el viejo, las cosechas y los animales, mientras desenrollo el pan de batata que me envía la vieja (se llama Amantina, pero nunca le digo así. Su bondad no cabe en ese nombre).
Me pregunta por Luis, Lucy y los demás. No sé para qué, pues siempre me entero de todo último que él. Escuchándolo comparo la verticalidad de nuestras palabras y me inclino por las suyas, puras como el agua del campo. Caen suaves sobre el oído con un gorgoteo.
Si pudiera extender nuestros diálogos, lo haría al infinito. Podaría las preguntas y respuestas planas que hago y musicalizaría sus versos sencillos.
Después de estos encuentros echo de menos a mi familia. Al despedirnos, nos damos un abrazo flaco, como nos enseñó Colón. Entonces, de prisa, abro el libro de turno y comienzo el viaje...
Crónicas madrileñas de un alumno internacional
Llegar a Madrid fue como tragarme un litro de vino de un sorbo. Aquí las horas tienen alas. El día apenas dura para comerse unos churros con chocolate. ¿Lo primero? Asombro. Imagínate que de repente estás ante una pantalla de cine, donde también eres parte de la acción. ¿La película? Extraña. Las primeras secuencias daban la impresión de que todos fumaban (en mi país casi nadie fuma). Así que de pronto parecía que la ciudad inhalaba un espeso cigarro. Semanas después, cuando una compañera comentó en clases que una nube de contaminación cubría Madrid, perfeccioné la imagen de la rubia fumadora...
Narradores de Santo Domingo celebran primer Bloomsday dominicano
Esta noche conoceremos más de la fiesta literaria que está arropando el mundo», dijo Inés García –actual coordinadora del Taller Literario de Narradores de Santo Domingo– a unos cincuenta admiradores de James Joyce que habían llenado el patio de la librería del Ministerio de Cultura para celebrar el primer Bloomsday dominicano...